martes, 16 de agosto de 2016

GLADIOLO SILVESTRE

                         
                   Al parecer fue Plinio el viejo, un militar y naturalista romano que vivió en el siglo primero, quien dio nombre a esta planta por el parecido que tienen sus largas y afiladas hojas con el Gladius, que era la espada que utilizaban los gladiadores.
        Además, los que resultaban victoriosos, entre otras cosas recibían un gladiolo, pues esta era la flor que en la antigua Roma simbolizaba la victoria.

        En una de esas largas tardes, en las que el sol se resiste a  declinar en el horizonte como no queriendo perder de vista toda la grandiosidad de sonidos, olores y colores que él mismo ha creado en esos días apacibles y cálidos próximos al solsticio de verano. Encontré a última hora, justo cuando la luz empezaba a desvanecerse, este gladiolo silvestre, la especie de la que descienden todas las variedades cultivadas.
        Aunque el suelo estaba cubierto de una gran cantidad de otras flores a su alrededor, su largo tallo hacia que las suyas estuvieran elevadas en un plano superior que las separaba de aquel entorno tan colorido .  Buscando el ángulo adecuado, al menos pude meter en el encuadre esas flores amarillas como contrapunto.

Gladilolo silvestre (Gladiolus illyricus)
Gladiolo silvestre (Gladiolus illyricus) (F:2.8,V:1/320,ISO:200)

miércoles, 3 de agosto de 2016

INOFENSIVA

                           Hace unos días leía algo sobre casos de mordeduras de víbora en el pantano de Ullibarri y en un parque de la periferia de la ciudad. También  leí al hilo de eso, que alguien ya pedía que se tomaran medidas al respecto.
            De forma natural, el miedo a las serpientes y a cualquier cosa que se le parezca, está inscrito en la parte de nuestro cerebro donde se alojan los más básicos instintos de supervivencia, anteriores incluso a nuestra etapa como homínidos, como reminiscencia de un tiempo remoto en el que formábamos parte de la naturaleza, de forma equilibrada.
             Es curioso que la otra  parte del cerebro donde se aloja nuestra supuesta y más evolucionada inteligencia, que nos ha llevado a romper ese equilibrio y a establecer una relación de dominio tan asimétrica con la naturaleza. En lugar de racionalizar en lo que concierne a la reacción ante los reptiles, se suma en negativo al impulso más arcaico, añadiéndole seguramente inclusos prejuicios subconscientes de origen bíblico. Y exige poco menos que la aniquilación de estos animales de manera preventiva.
             Leyendo el título de esta entrada, habrá quien diga: "se nota que a este no le ha mordido ninguna". Error. Sí he sido mordido por una víbora ( y seguramente no será la última) y además una persona de mi entorno más cercano también lo ha sido. Y ambos seguimos pensando que estos animales son, como dice el título: INOFENSIVOS. Basta con remitirse a la etimología de la palabra.
            Nunca una víbora atacará a un ser humano sino es para defender su vida. Las víboras se alimentan de pequeños animales como ratones o lagartijas, por eso sus mordeduras a nosotros o a cualquier otro animal que no forme parte de su dieta, siempre son defensivas. Y  todo en ellas lo es.
            Ante una persona, una víbora, permanecerá inmóvil confiando en su camuflaje hasta sentirse descubierta, entonces intentará huir. Si se le impide, emitirá una especie de bufido de advertencia. Si sigue sintiéndose amenazada, lanzará su cabeza con la boca cerrada sin intención de morder, como advertencia máxima. Y es sólo cuando se la toca, cuando  muerde e inocula su veneno. Una mezcla de proteínas modificadas, energeticamente muy costosas de producir para el animal y es por eso que siempre hará un uso muy restringido de él.
             Todo este despliegue defensivo queda  anulado cuando se entra en contacto con uno de estos animales, por accidente . Y en estos casos, la culpa no es del reptil, sino de quien la ha tocado por descuido, ignorancia, o negligencia.
              Desde muy pequeño he cogido víboras con la mano, para después soltarlas.
              En la adolescencia, en esa etapa de la vida en la que uno necesita quizá demostrarse cosas a sí mismo,  aprovechaba los muy esporádicos encuentros con estos escasos animales y las cogía de la forma más arriesgada posible, sabiendo que el menor error o pérdida de concentración, podía tener consecuencias como mínimo dolorosas.
              Ahora sólo las cojo si es necesario. Y esta vez lo era.
              Hacía unos 6 años que no veía ninguna. Encontré esta enorme víbora áspid atrapada en una zanja, que con sus paredes de tierra casi verticales se había convertido en una trampa de la que no hubiera podido salir por si sola, por eso tuve que cogerla para ponerla a salvo.
              Recuerdo cual fue la víbora más grande que había cogido hasta entonces, unos 60 centímetros; pero esta era aún mayor, con casi 10 centímetros más. Basta ver en la imagen las proporciones entre la cabeza y el grosor del cuerpo. Era una de esas con las que si cometes un error, en determinadas circunstancias, te puede enviar de regreso a tu planeta.
            Esta foto está hecha con un objetivo macro a muy corta distancia. Hay que ser muy inconsciente, muy super héroe, o conocer muy bien su comportamiento, para tener un animal así a poco más de un palmo de la cara, estando  pendiente además  de la elección del diafragma, el encuadre,  la velocidad de obturación.....; pero esto demuestra una vez más que el miedo, casi siempre es consecuencia del desconocimiento.
            Sin ánimo de emular a Becquer, (además no hay nada poético en todo esto); a quienes reclaman medidas para "controlar" (eliminar) a estos y otros animales incómodos y por eso cada vez más escasos, decirles que: el peligro no son las víboras, ni las avispas, ni los lobos, ni los tiburones:    peligro.... eres tú....
            Lo eres como individuo y como especie.
            Desnaturalizado, cobarde, e incapaz de aceptar el mínimo riesgo en tu propósito insaciable de conseguir más placer y comodidad, aún al precio de estar arrasando el único lugar habitable que conoces, en un afán suicida de someter a este planeta y todos sus seres, a las necesidades y caprichos propios de un ser cada vez más débil, fóbico y disfuncional.

Hembra de víbora aspid (Vipera aspis)
Víbora aspid (Vipera aspis) (F:8,V:1/200s,ISO:100)