Cuando se observa el comportamiento de los buitres en los inaccesibles roquedos que son su refugio nocturno.
Al amanecer, sobre todo después de las largas y frías noches de invierno, se les puede ver posados con las alas extendidas y orientadas a los primeros rayos de sol, como si lo invocaran. Calentándose y esperando así, a que el aumento de la temperatura del aire produzca las corrientes ascendentes que les permitan elevar en él sin esfuerzo, sus pesados cuerpos de hasta diez kilos de peso.
Varias horas después de un frío amanecer, este buitre aún permanecía en esa roca próxima al que había sido su posadero nocturno. Cuando un ligero movimiento en el aire, que hasta ese momento había permanecido totalmente en calma, indicó que ya se estaban produciendo las primeras y para él esperadas corrientes térmicas. Desplegó esas enormes alas y se marchó, dando inicio a su larga jornada de prospección en busca de comida, que lo llevaría a miles de metros de altura y a centenares de kilómetros de distancia.
Siempre en momentos como ese, inmediatamente después de haber estado en la proximidad de uno de estos animales salvajes y, sabiendo que seguramente no volveré a verlo nunca más, soy más consciente si cabe del privilegio de, por unos minutos, haberlo tenido tan cerca. (Clik en la imagen para verla más grande)
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| Buitre Leonado (Gyps fulvus) (F:7.1,V:1/80s,ISO:200) |
