En un mundo marcado, o más bien herido ya por la inquietud frenéticamente destructiva de la especie dominante, las imágenes estáticas para muchos resultan aburridas. Y en unos años más, la fotografía progresivamente se irá relegando al olvido, porque cada vez serán menos los capaces de apreciar lo que puede llegar a evocar la permanente quietud de un instante extraído del devenir del tiempo.
No me gusta la tarea de tener que revisar miles de fotos para liberar espacio borrando las que nunca servirán. Además de porque seguramente es lo más aburrido en fotografía, también porque siempre me cuesta deshacerme de esos instantes que por defectuosos técnicamente que ahora me parezcan, conservan intacta la capacidad de activar el recuerdo de momentos, lugares y sensaciones que forman parte de lo mejor que uno ha vivido.
A veces, en esa tediosa y casi dolorosa labor de descarte, aparece alguna imagen, que merece ser aprovechada.
Una vez más, en esta foto hecha hace 11 años !!, no se correspondía su lejanía en el tiempo, con la nitidez del recuerdo que tengo de aquella minúscula y globular flor de brezo. Y de aquel silencioso y apacible día de otoño en la escarpada ladera de una montaña.
Flor de brezo (F:10,V:1/40s,ISO:100) |
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