martes, 28 de noviembre de 2017

CIERVO CREPUSCULAR

                                Inmediatamente después de fotografiar el que había sido mi segundo ciervo en libertad, que como en el caso del primero, se veía de él poco más que la cabeza entre la vegetación. Y habiendo apurado demasiado el tiempo allí arriba, ahora tocaba concentrarse para un largo descenso nocturno buscando en la penumbra algún sendero que llevase a un camino transitable y no a algún berenjenal, de esos que puedes tardar un buen rato en atravesar.
                Siendo un lugar que desconocía, lo más normal hubiera sido utilizar la linterna. Pero si ya de por si, un ser humano de día en la naturaleza es un elemento ajeno y perturbador. De noche con una luz, es todo un alienígena. Y por muy sigiloso que camine, está anunciando su presencia en kilómetros, con la alteración que eso conlleva para los animales que ya duermen, o los que inician a esas horas su búsqueda de alimento.
               Por eso sólo utilizo la linterna si es absolutamente necesario. Y además, la vista incluso con muy poca luz de la luna, consigue adaptarse a la oscuridad, casi siempre lo suficiente.
               Así bajaba, intuyendo el pequeño sendero de caballos, escuchando el canto de los cárabos y teniendo uno de esos diálogos mentales con el universo (más bien monólogos, porque nunca me contesta de forma audible...). Que consistía más o menos en esto: "Después de todo, ¿no crees que ya me merezco conseguir la foto de un ciervo en la que se vea algo más que su cabeza?. A ver si la próxima vez..." .
               Unos 10 minutos después, incluso sabiendo por experiencia que estas cosas aunque muy de vez en cuando; suceden. Por un instante dudé si lo que tenía delante era real.
               Allí, en una colina sobre el sendero, enmarcado por las copas de pinos jóvenes y recortándose sobre ese nunca mejor dicho igneo cielo crepuscular, la silueta perfecta y completa de un gran ciervo macho.
               El efecto era tan irreal, que por un segundo, antes de verlo moverse, llegué a pensar que se trataba de alguna valla publicitaria poco original y fuera de lugar, y tal como está el patio, todo era posible.
              Ya no se veía para montar el equipo y si usaba la linterna, no habría ninguna opción, así que lo hice a tientas sabiendo que había muy pocas posibilidades de que aguantara sin marcharse, pero había que intentarlo.
              El me estaba oyendo, porque en el minuto que necesité para tener todo listo, aunque se desplazó unos pasos, no dejó de mirar fijamente hacia mi. Creo que no consiguió identificarme como una amenaza, porque en esa penumbra y sin luz artificial, no podía tratarse de un humano.
              Dos fotos y, se marchó caminando lentamente hacia el otro lado de la colina.
              Continué el descenso feliz por haber podido aprovechar aquella oportunidad tan extraña como inesperada. Reflexionando sobre estas increíbles "casualidades" que no lo son en absoluto.Y también agradecido con "la organización" de todo esto, que además de un poder incomprensible, tiene también mucho sentido del humor. La próxima vez, recordaré ser más preciso y pedirle que además; sea con buena luz.... (Clik en la imagen para verla más grande).

Ciervo ibérico crepuscular
 Ciervo ibérico en el crepúsculo (F:7.1,V:3s,ISO:200)

lunes, 20 de noviembre de 2017

CON ENERGÍA SOLAR

                             Día del mes de Julio, en el que en el cielo casi a partes iguales se distribuían los claros y las nubes perfectamente definidas.
             En un pequeño claro del bosque de no más de veinte metros cuadrados, encontré un grupo de estas flores tardías de largos y delgados tallos, que al parecer eran a esas alturas del verano, un oasis de néctar para las  diferentes especies de mariposas que volaban entre ellas.
             Observándolas un rato, me di cuenta, de que la alternancia casi regular de momentos en los que lucía el sol, con otros en los que este casi repentinamente quedaba oculto por las nubes, determinaba de manera drástica el grado de actividad de estos insectos.
             Por momentos volaban de una flor a otra alimentándose frenéticamete llenas de energía. Y un instante después, cuando el sol se ocultaba, se desplazaban tan torpemente, que para no caer al suelo, tenían que posarse en el primer lugar adecuado que encontraban.
             Allí permanecían inmóviles con las alas abiertas y perfectamente orientadas, para volver a volar enérgicamente pocos segundos después de que el sol volvía a salir. Así una y otra vez.
             Y es que recientes estudios han demostrado, que las escamas de las alas de mariposa componen el panel solar perfecto, pues duplican la capacidad de captar la energía solar de los paneles más eficientes creados por el hombre. (Clik en la imagen para verla más grande).

Mariposa Melanargia galathea
Mariposa medioluto norteña (Melanargia galathea)(F:2.8,V:1/1250,ISO:100)

lunes, 13 de noviembre de 2017

ESPACIO PROFUNDO

                                    Si se le dedica el tiempo y la atención suficientes, en la naturaleza, además de por esas manifestaciones grandiosas tan evidentes, que atraen a las masas con el único interés de conseguir la foto para el Instagram o el Facebook, es fácil dejarse cautivar por otros acontecimientos mucho más pequeños y desapercibidos.

                Observándolas, en su minúscula perfección, sobre aquel oscuro vacío interestelar, me parecía que aquella pequeña constelación de gotas de rocío atrapadas en una telaraña abandonada, no desmerecían en nada a la imagen del espacio (o campo) profundo tomada por el telescopio Hubble en 1.995 (Hubble deep field), que en mi opinión es la foto más grandiosa jamás captada.

                De tal magnitud era el espectáculo, que al otro lado de la telaraña, las flores de brezo estaban boquiabiertas. (Clik en la imagen para verla más grande).
             
Telaraña y gotas de rocío
Telaraña y rocío (F:2.8,V:1/200s,ISO:200)

lunes, 6 de noviembre de 2017

DEPREDADOR Y PRESA

                           De las tres especies de víboras ibéricas, la víbora áspid (Vipera aspis) es la de mayor tamaño, llegando a medir más de 80 centímetros.
          Es un cazador eminentemente diurno, que en la etapa juvenil se alimenta de lagartijas y lagartos. Y en la adulta, principalmente de pequeños roedores.
       
          Encontré este ejemplar sobre una gran piedra, aprovechando los breves momentos de sol de un día de finales de invierno, para aumentar su temperatura corporal y acelerar así el lento proceso de digestión de su presa, seguramente recién capturada. Que por la forma y tamaño del abultamiento de su cuerpo, seguramente había sido un lagarto.
          En momentos así, en los que abandonan la protección de la densa vegetación, en busca de calor en zonas despejadas, con frecuencia y a pesar de su críptica coloración que casi las funde con la roca, ellas pasan a ser potenciales presas, sobre todo de poderosos depredadores aéreos especializados en la caza de reptiles. (Clik en la imagen para verla más grande).

Víbora áspid (Vipera aspis)
Víbora áspid (Vipera aspis) (F:2.8,V:1/125,ISO:200)