jueves, 30 de junio de 2022

AH CLARO, CON TELEOBJETIVO...

                              Eso es lo que suelen decir quienes al ver fotos como esta, preguntan si están hechas con el teléfono. Así de ignoto es para ellos el mundo de la fotografía más allá de las imágenes con posecitas para el escaparatismo social.

                     Y cuando les explicas, en el consiguiente "ah claro con teleobjetivo" va implícito, que ellos con una cámara con teleobjetivo fácilmente conseguirían una foto así. (Ni en ocho vidas...).

                     Que fácil y cómoda sería la fotografía de naturaleza, si como cree la mayor parte de la gente que no sabe ni tiene porqué saber de esto, el teleobjetivo te permitiera un acercamiento así, desde cuarenta o cincuenta metros de distancia. 

                     Con los más potentes y caros teleobjetivos, una foto de un animal del tamaño de un corzo llenando el encuadre, está hecha a unos 20 metros. Un ave grande a unos 15. Y un pájaro pequeño a 5 o menos.

                      Eso quiere decir, que sin una gran aproximación física, que con fauna exige gran conocimiento del comportamiento de la especie y del medio y, algo difícil de definir que podría llamarse instinto, la aproximación óptica por mucha que sea, siempre sería insuficiente.

                      A unos 9 metros este corzo siguió acercándose tanto, que se salía del encuadre por todas partes. Entonces bajó la cabeza y por un momento estuvo todo él dentro del rectángulo del visor.

                      Aún hubo una foto más mirando a la cámara. Esa para otro día. (Clik en la imagen para verla más grande)

Corzo macho (Capreolus capreolus)(F:7.1,V:1/125,ISO:200)

domingo, 12 de junio de 2022

FUERA DE LA NORMA

                                     Unas semanas antes de que los árboles abran sus hojas sumiendo el suelo del hayedo en su característica, fresca y misteriosa penumbra. Varias especies de plantas forestales se apresuran a completar su ciclo vegetativo que pronto sería imposible por falta de luz. Entre ellas, la anémona (Anemone nemorosa), que formando grupos dispersos, consiguen abrirse paso entre la hojarasca para ofrecer sus flores de un blanco puro, a los aún escasos insectos. 

                  Ya sea en el reino animal, o vegetal, la generalización ayuda a describir la biología de la mayoría. Pero cuando se observa continuada y minuciosamente, se llega a la conclusión de que hay individuos a los que no son muy aplicables los esquemas generales. 

                  Esto que en principio podría parecer un despilfarro de efectivos en términos específicos, es en realidad un seguro que maximiza la capacidad adaptativa de la especie, ante potenciales cambios ambientales que pudieran favorecer la supervivencia de esos individuos, que se sitúan fuera de la norma. 

                 Semanas antes de lo habitual para esta especie, me sorprendió encontrar a esta anémona ya florecida. 

                 Para cuando nacieran sus congéneres, ella ya habría muerto. Pero allí estaba sola y única, rodeada de grandes y longevos árboles. Lo que hacía si cabe más conmovedora, su efímera fragilidad.

                  (Clik en la imagen para verla más grande)

Anémona (Anemone nemorosa) (F:2.8,V:1/60s,ISO:200)