viernes, 10 de julio de 2015

EL OASIS DEL PETIRROJO

                                   El acelerado metabolismo de los pequeños cuerpos de las aves insectívoras no parece en principio tener muchas ventajas, pierden calor con rapidez expuestas al frío invernal y en los calurosos días de verano tienden a recalentarse.  En esos momentos, buscan los puntos de agua donde poder beber y refrigerarse.
               El agua filtrada desde el techo en la entrada de una cueva, había formado en el suelo un pequeño charco junto al que me instalé durante unas horas en la tarde de un día de calor agobiante.
             Aquel "oasis" en lo más profundo del bosque parecía pertenecer en exclusiva a la  familia de petirrojos propietaria del territorio, cuyos miembros se turnaban cada pocos minutos para beber, bañarse, o disfrutar entre excursiones en busca de insectos, permaneciendo un rato inmóviles aliviándose del calor, con sus  patas metidas en el agua.
             
Petirrojo
Petirrojo en su bebedero (F:7,1, V:1/250, ISO:100)

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