El agua filtrada desde el techo en la entrada de una cueva, había formado en el suelo un pequeño charco junto al que me instalé durante unas horas en la tarde de un día de calor agobiante.
Aquel "oasis" en lo más profundo del bosque parecía pertenecer en exclusiva a la familia de petirrojos propietaria del territorio, cuyos miembros se turnaban cada pocos minutos para beber, bañarse, o disfrutar entre excursiones en busca de insectos, permaneciendo un rato inmóviles aliviándose del calor, con sus patas metidas en el agua.
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Petirrojo en su bebedero (F:7,1, V:1/250, ISO:100) |
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