Hacía más de quince años que una pareja de esta especie de golondrinas: avión común (Delichon urbicum), había construido ese nido y desde entonces varias generaciones (la vida media de estas aves es de unos cinco años) se habían reproducido en él.
Ese invierno mientras estaban en África, varios trozos se desprendieron, haciéndolo aparentemente inservible para volver a ser ocupado.
Siempre es una incógnita saber si estas pequeñas aves sobrevivirán a la migración desde el golfo de Guinea a más de 4.000 kilómetros atravesando el desierto del Sahara. Pero esta vez a esa duda se unía la de si aunque pudieran regresar a salvo, quizá en lugar de reparar su maltrecho nido, decidirían iniciar la construcción de uno nuevo en otro sitio.
Las dudas se despejaron aquel día de primavera, cuando al atardecer aparecieron para pasar la primera noche en las ruinas de su hogar.
Unos pocos días de continuas idas y venidas acarreando barro en sus picos y, después plumas de otras aves que encuentran flotando en el aire, para tapizar y aislar el interior. Y la reconstrucción estuvo terminada. Y ese año, entre la primavera y el verano consiguieron sacar adelante dos nidadas.
Cuando estos animales salvajes deciden elegir una casa humana para instalar la suya propia, no cabe menos que sentirse agradecido y, considerar esa confianza, como un enorme privilegio.
Podría decir que fue una gran alegría verlas allí otra vez. Pero fue mucho más que eso. Agradecimiento a ellos por volver. Y también a las fuerzas que rigen la naturaleza y el universo -llámalo como quieras- por haber permitido que volvieran. (Clik en la imagen para verla más grande)
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Aviones comunes(Delichon urbicm)(F:7.1,V:1/125s,ISO:100) |