En fotografía de naturaleza, muchas veces sucede, que la imagen conseguida le deja a uno con una mezcla de satisfacción y todo lo contrario. Lo primero, quizá porque dadas las condiciones o las limitaciones técnicas, no se pudo hacer más. Y lo segundo, porque uno no puede evitar imaginar como hubiera sido el resultado en circunstancias más favorables.
Esta imagen es un ejemplo de ello. Nieve y sol, son una mezcla que en fotografía casi nunca da buen resultado. La enorme diferencia lumínica entre las sombras oscurísimas y la luz reflejada sobre la superficie blanca, llevan al límite la capacidad de la cámara para captar información en extremos tan opuestos. Esta capacidad del sensor de hacer frente a este reto con más o menos solvencia, es lo que ha dado en llamarse "Rango dinámico".
Después de una gran nevada, varios días de cielo despejado y noches de temperaturas muy por debajo de cero, de esas en las que te preguntas como se las arreglarán los animales para sobrevivir a la intemperie, habían hecho congelarse el agua filtrada entre la roca incluso en lugares tan relativamente abrigados como la entrada de esta cueva.
El contraste entre las sombras del interior y la luz reflejada por la nieve era tan grande, que casi hacía desistir de intentar captarlo, pero había que hacerlo aunque sólo fuera por esos ocres del techo acentuados por la luz cálida reflejada por la hojarasca, aún sabiendo que el resultado sería de esos que te harán pensar cada vez que lo veas, en como pudo haber sido en condiciones de luz menos extremas.
|
Hielo, cueva y nieve (F18,V1/500,ISO:100) |