Entonces, su llamativo color rojo y su intenso olor, cumplen la función de hacerlos más facilmente localizables por las aves y mamíferos que se alimentan de ellos.
A cambio de estas energéticas esferas de fructosa, los animales transportarán las semillas contenidas en ellas dentro de su cuerpo a grandes distancias, diseminándolas por todo el bosque, en una relación simbiótica que beneficia a ambos.
Nunca resulta fácil conseguir fotos medianamente aceptables de ellas, porque la escasa longitud de sus tallos las separan sólo ligeramente del suelo, haciendo casi siempre imposible tener un fondo lo suficientemente alejado como para que estas pequeñas fresas de menos de un centrímetro destaquen adecuadamente.
Mereció la pena dedicar el tiempo necesario para encontrar esta, que era lo bastante excepcionalmente esbelta como para conseguir no sólo la foto que buscaba, sino el doble.
La naturaleza siempre me parece asombrosa, incluso en lo minúsculo. En cada una de esas semillas de menos de un milímetro que se ven en su superficie, está el germen con toda la información genética que con suerte, dará origen a una nueva planta de fresa silvestre. (Cik en la imagen para verla más grande).
Fresas silvestres (Fragaria vesca) (F:2.8,V:1/30s,ISO:100) |
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