De los no depredadores, el jabalí tiene el triste honor de encabezar la lista de los más perseguidos.
Su aspecto rudo y pelaje áspero e hirsuto sumado al hábito de revolcarse en el barro, para mantener su piel limpia de parásitos, favorecen la inmerecida imagen que se puede tener de ellos como seres sucios y obtusos contra los que es merecido cualquier acto de violencia.
Nada más lejos de la realidad. Bajo ese aspecto primitivo y poco sofisticado, se haya uno de los animales más inteligentes, sociales y sensibles de nuestra fauna.
Cuando has tenido la suerte de poderlos observar en la naturaleza y ver los estrechos y afectivos vínculos que unen a sus grupos familiares, se te hace más difícil si cabe, aceptar como supuestamente necesaria, la persecución y matanza sistemática que cada año con la apertura de la veda de caza, se perpetra contra estos pobres animales.
Para hacer que eso sea más justificable, se ha ido creando la falsa leyenda que describe al jabalí incluso como animal agresivo y peligroso.
En el transcurso de los años, han sido muchos los encuentros que he tenido con ellos, algunos a muy corta distancia. Y el resultado siempre ha sido el mismo; animales, algunos de más de 100 kilos, que si quisieran podrían haberme hecho mucho daño, corren lo más rápido que pueden, huyendo de lo que para ellos representa la muerte.
Así de grande es el terror que infundimos al resto de seres con los que compartimos este planeta. (Clik en la imagen para verla más grande).
Jabalíes huyendo (Sus scrofa) (F:7.1, V:1/80s,ISO:320 |
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