lunes, 17 de mayo de 2021

EL PAISAJE MÁS EFÍMERO

                                Creo que en fotografía de naturaleza, no están lo bastante consideradas las imágenes que sólo muestran el cielo sin ninguna referencia terrestre. Quizá sea así, porque la mente necesite algo sólido o líquido a lo que asirse, que le dé un poco más de certidumbre que lo simplemente etéreo.

                   Es bastante paradójico que siendo muy reacio a los cambios, me gusten tanto esos mundos que empiezan donde acaba el horizonte sólido. Tan efímeros, que cambian a cada instante. Pero que no por intangibles dejan de ser paisajes grandiosos e irrepetibles. Y que en términos absolutos de tiempo, son sólo un poco más impermanentes que las montañas, las estrellas o las galaxias.

                    Después de mucho calor, ese día sólo podía acabar así. Cuando ese extraño silencio que precede a las grandes tormentas se adueñó del bosque, busqué un lugar prominente junto a una cuevecilla, desde el que contemplar y fotografiar uno de los mayores espectáculos que se dan en este planeta: rayos, truenos, olor a geosmina (Streptomyces coelicolor), nubes oscuras grandes como montañas sitiando al azul hasta hacerlo desaparecer. Y entonces  todo se volvió de un profundo gris.

                  Pero unos segundos después y, justo antes de que empezara el diluvio, como formando parte de una escenografía perfectamente premeditada, un resquicio de luz que duró un instante, fue como el recordatorio de que por oscuras que fueran las nubes, por encima de ellas siempre sigue brillando el sol. (Clik en la imagen para verla más grande). Parte de: https://vimeo.com/489030942   

Cielo de tormenta (F:10,V:1/200s,ISO:100)

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