Aquella mañana, la primavera parecía querer hacer ostentación de si misma en todas las formas posibles.
El aire cálido cargado de humedad por las abundantes lluvias, transportaba el olor de las flores del espino albar y el murmullo del zumbido de miles de abejas alimentándose en ellas, se mezclaba con el canto de los trigueros que proclamaban la posesión de su territorio desde los arbustos que rodeaban los prados. Mientras, el cielo intensamente azul, era lentamente transitado por un interminable desfile de nubecillas.
Es curioso lo selectiva que puede ser la memoria. Muchas veces inútil al intentar recordar algo reciente y al mismo tiempo capaz de retener hasta el mínimo detalle de momentos hace tiempo extintos.
Cielo de primavera (F:11,V:1/400,ISO:100) |
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