Unas veces parecen animales muy previsibles, por la regularidad de sus horarios y comportamientos, pero basta intentar fotografiarlos tan de cerca como para conseguir resultados aceptables, para que ese día hayan roto su "rutina" y no aparezcan.
En esos casos uno siempre se pregunta qué ha podido pasar. Pudo haber sido un leve movimiento del viento en dirección desfavorable, o el crujido de una rama seca bajo nuestro pié, el que les llevó el anuncio de peligro hasta distancias asombrosas.
En cambio, otras veces, me los he llegado a encontrar por ejemplo en un sendero del bosque caminando hacia mi, como ensimismados sin percatarse hasta estar a unos pocos metros, como si por un momento llevaran desconectados esos agudísimos sentidos que hacen tan difícil acercarse a ellos.
En una pequeña pradera de altura, entre escarpes rocosos, donde desde muy lejos con prismáticos pude verlos comiendo a última hora de la tarde la semana anterior. Poco antes de anochecer apareció esta pareja de corzos.
Ambos cubiertos aún con el pelaje invernal. La hembra con claros signos de su avanzado estado de gestación. Y el macho aún con el "terciopelo" que protegía su nueva cuerna en formación.
Fueron sólo unas pocas fotos, antes de que la luz se extinguiera. Luego un buen rato de espera en la oscuridad para no molestarles. Y después un complicado descenso. Pero en este caso, había merecido la pena.
Corzos macho y hembra (F:7,1,V:1/15s,ISO:400) |
Hola hermanico,
ResponderEliminaruna vez mas, preciosa foto, pero mas si cabe tu comentario.
Un beso
Gracias hermanica.Un beso.
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