lunes, 10 de julio de 2017

LA FLOR SIN NOMBRE

                                  La ciencia, como buen exponente que es de la mente humana, en su interés por llegar a conocer, siempre ha tenido un desmedido afán por nombrar, clasificar, dividir y subdividir, en el intento de comprender la naturaleza: Dominio, Reino, Filo, Clase, Orden, Familia, Género, Especie.
              Creo que incluso más allá de la simple búsqueda del conocimiento, esa compulsiva necesidad de poner nombre, bien podría tratarse de un intento subconsciente, de apoderarse, de ser dueño de aquello que en realidad, en lo profundo de sí, sabe que siempre y cada vez más, por su acelerada y lamentable deriva hacia lo artificial, le va a ser ajeno e incomprensible.

              En los últimos días del verano, encontré esta flor que parecía ávida de la escasa luz que los grandes árboles dejaban pasar hasta el suelo del bosque.

             Al ego, que no es otra cosa que la manifestación más inconsciente de la mente, siempre le satisface creer que sabe, que conoce, en definitiva; que posee.
            Me marché sabiendo, que no tenía ni idea de cual era su familia, género o especie. Ni falta que hacía, me basta con saber, que allí en mitad de las sombras, había una preciosa flor blanca buscando la luz. (Clik en la imagen para verla más grande).

Astrantia major
Astrantia major (F:4,V:1/50s,ISO:200)

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