domingo, 11 de febrero de 2018

LUGARES SIN NOMBRE

                               Pienso, que si hubo y hay un factor determinante en el inicio y la aceleración progresiva del proceso de destrucción de la naturaleza por parte de la especie humana, ese fue y es: la comunicación.
            Seguramente, la capacidad de alterar su entorno de los primeros homínidos era mínima por ser pocos e incapaces de transmitirse entre ellos mucha información.
            La aparición del lenguaje, con el que pudieron compartir datos detallados sobre herramientas, animales y lugares, creo que debió ser el detonante de esto que ahora padecemos.
            Y si a aquel primate, que desde entonces ha cambiado sólo un poco en la superficie de su anatomía y su psicología, pero que en lo profundo sigue siendo el mismo. Le pones en la mano una tecnología capaz de difundir información de forma masiva a nivel global. Y esto, careciendo del grado de consciencia suficiente para darse cuenta de las consecuencias que eso tiene para el planeta, entonces; el desastre está garantizado.
             En estos momentos, cada vez que alguien, aunque sea con la mejor intención, comparte en las redes el nombre o la ubicación de alguno de esos pequeños paraísos "secretos", debería saber que está participando en su destrucción. Porque  el "Efecto Vicente" que es inexorable , hará llegar hasta allí a personas que por muy respetuosas que sean con el entorno - y no todas lo son-, ya sólo por estar, acabarán convirtiendo aquello en algo distinto de lo que era y, nunca mejor.
             Por eso me gustan tanto, los lugares sin nombre. (Clik en la imagen para verla más grande).

Bosque de hayas en otoño
Hayedo otoñal (F:13,V:2s, ISO:100)

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