jueves, 8 de noviembre de 2018

EL CIERVO IMPOSIBLE

                                       El ciervo ibérico fue exterminado de la mitad norte peninsular hace más de siglo y medio. En 1957 fueron reintroducidos en Álava, ejemplares procedentes de la zona centro peninsular. De estos indivíduos, procede la población actual, que además de extenderse por todo el macizo del Gorbea, a un ritmo aproximado del 3,7% anual va colonizando nuevas áreas de la provincia.
                   
                     La historia de esta foto, empezó hace ya varios años, cuando ni siquiera aún había conseguido fotografiar mi primer ciervo ibérico en el Gorbea.
             Una tarde de otoño, escuché a lo lejos en medio del bosque un sonido que me pareció la llamada de un ciervo en celo. Pero como nunca antes había oído ninguno y, en aquel lugar no había ciervos, dudé de mi y preferí olvidar aquello.
              No sería hasta tres años después, que en la misma zona, en un gran claro cubierto de helechos al borde del bosque, descubriría todos los indicios como para tener la certeza de que, si allí no podía haber ciervos, al menos uno de ellos no lo sabía. Y había conseguido, rebasando multitud de barreras tanto artificiales como naturales, cruzar la llanada alavesa y llegar a 45 kilómetros al sur de su núcleo de población, hasta el extremo sur del Condado de Treviño.
              Desde aquel día, fueron muchas las excursiones en busca de indicios que me permitieran descifrar su comportamiento y sus querencias en un área extensísima y densamente cubierta de vegetación. Tan difícil me pareció intentar verlo siquiera por un instante, que la idea de conseguir fotografiarlo cabía sólo en el ámbito de los sueños.
              Pero a veces, cuando pones cuerpo, mente y alma, algo en el universo decide que lo mereces y, el sueño se cumple.
              Esta era la segund vez que lo veía. La anterior había sido sólo un bulto escurriéndose sigiloso entre las sombras del crepúsculo. Pero fué suficiente, como para animarme a llevar el equipo seis días después.
              Cuando  después de varias horas de espera, apareció silencioso en el borde entre el hayedo y el claro de helechos, poco antes de anochecer, el tiempo se detuvo. La tierra paró en seco de rotar sobre su eje y, el universo dejó de expandirse.
             Por un instante dudé de que no fuera una más de las mil imágenes que a lo largo de estos años, había creado mi mente imaginándolo. Pero al parecer era real, o al menos lo fué durante la fracción de segundo necesario para que su imagen quedara registrada en el sensor de la cámara.
            Podría intentar describir lo que sentí unos minutos después, cuando la tierra ya volvió a girar de nuevo, pero no lo haré porque ni siquiera me aproximaría.  (Clik en la imagen para verla más grande).
                 
Ciervo ibérico (Cervus elaphus)
Ciervo ibérico y hayedo (F:7.1,V:1/8s,ISO:320)

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