De muchas formas diferentes. Unas veces permitiéndome descubrir alguno de sus secretos. Otras, como contrapunto imprescindible de silencio y quietud desde el que ahondar en la búsqueda de lo realmente importante. Y siempre, siendo en su absoluta perfección tanto el paradigma, como la flecha indicadora en el largo camino de retorno a "casa". Desde que tengo recuerdo, no ha habido ni un sólo día de los muchos que he pasado en la naturaleza, sin la sensación de que, como en agradecimiento al interés, esfuerzo y dedicación, ella me estaba haciendo un gran regalo.
¿Imposible algo así fuera de ella?. Quizá no; diario, precioso, intangible y efímero.
Rodeada por el desorden vegetativo propio del suelo del bosque en los largos días del verano. Esta rara y delicada orquídea (Cephalanthera rubra), en un entorno confuso y abstracto, emergía así de precisa, elegante y discreta. Como si en su ineludible propósito vertical, jamás pudiera ser alcanzada por el caos. (Clik en la imagen para verla más grande).
Cephalanthera rubra (F:2.8,V:1/125s,ISO:200) |
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