Siempre me ha parecido, que por muy satisfactorio que nos resulte, esto que hacemos es bastante antinatural y quizá también un poco cruel hacia nosotros mismos. Y esto último me lo parece, porque muchas veces es tristeza lo que se siente, cuando revisas fotos y como en el caso de esta, comparas aquella "extracción del instante" que hiciste en su día, con la realidad del momento presente, tan sólo unos pocos años después, y compruebas como todo ha cambiado.
El árbol de la imagen, ya ha empezado a secarse. Él y su entorno a penas recuerdan al de entonces. En unos años más, la sabia dejará de subir por su viejo tronco y terminará desplomándose sobre el río al que ha visto fluir durante siglos. Como lo han hecho ya a pocos metros sus otras hermanas hayas, un grupo de majestuosos árboles varias veces centenarios, que entonces rebosaban vida y que han ido sufriendo una lenta muerte después de que sus raíces fueran cubiertas por un camino de hormigón y cuyos cuerpos yacen ahora desmembrados por la motosierra, convirtiendo lo que hace poco era un valle de ensueño, en lo que cada vez más parece un cementerio de Gigantes.
Haya y río (F10, V: 1/200, ISO: 100) |
Así es, un camino milenario cubierto por una capa de cemento, que vergüenza, la vergüenza que se le ha infringido al barranco del río Yuda. Al menos en tu foto y en alguna que he hecho desde el montículo que se divisa a la izquierda, queda el reflejo, por mucho mucho que se empeñe el humano, de que la naturaleza está por encima del hombre.
ResponderEliminarSaludos