Incluso a nivel molecular, las partículas que nos componen, en algún momento formaron parte de un cuerpo celeste. Así que de alguna manera nosotros mismos y todo cuanto existe está hecho de luz.
Aquel día de verano, a última hora de la tarde, la silueta de esta hierba seca se recortaba perfectamente contra la oscuridad de una ladera en sombra. Con el sol tan bajo, casi en la horizontal, el contraluz era tan fuerte que ni siquiera pude ver esas luces parásitas en la parte superior de la imagen, que se producen cuando la luz entra en el objetivo con un ángulo pequeño respecto al eje del mismo, dando lugar a esos halos casi siempre indeseables.
Cuando puede verlos en la pantalla del ordenador, me pareció que el efecto que producían no era indeseable sino todo lo contrario, era coherente con la imagen, porque parecían enormes fotones precipitándose desde una lejana estrella, para materializarse en este planeta como algo levemente tangible.
Hierba seca a contraluz (F: 2,8, V: 1/600, ISO: 100) |
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