Entre principios y mediados de Octubre, dependiendo de la climatología, descenderá de nuevo al suelo para hibernar.
Los discos adherentes de sus dedos, le permiten desplazarse sobre las resbaladizas hojas entre las que suele permanecer, adaptando su color al de la vegetación que la rodea, pudiendo cambiar en pocos minutos casi de cualquier tono de verde, al gris o al pardo, haciéndose indistinguible de su entorno.
La linea oscura que recorre el lateral de su cuerpo, ayuda incluso a descomponer su forma, dándole un aspecto si cabe aún más vegetal.
Encontré a este ejemplar encaramado a las ramas de un espino albar, casi perfectamente mimetizado con las hojas que acababan de empezar a abrirse. Cuando las hojas hubiesen alcanzado todo su tamaño, hubiera sido casi imposible localizarla.
Desgraciadamente, el declive que las poblaciones de anfibios están sufriendo en todo el planeta, hará que en pocos años, tengamos que tomar conciencia por su alarmante escasez y quizá cuando sea ya demasiado tarde, del tesoro biológico que constituyen estos animales, por su rareza y vulnerabilidad.
Rana de San Antonio (Hyla arborea) (V:1/100, F:7, ISO:100) |
precioso y curioso ejemplar,hermosa pose,muy bien ejecutada,desconocia sus costumbres ,una maravilla tu blog,saludos
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