Han sido muchas las veces que las he levantado sin querer de sus encames, cuando caminaba por el monte, aunque la mayor parte de estos encuentros casuales, fueron hace años, antes de que la epidemia de Tularemia diezmara gravemente sus poblaciones.
Es sorprendente lo cerca de los humanos que pueden llegar a instalarse estos animales tan perseguidos, allí donde la prohibición de cazar les permite un mínimo de tranquilidad para su descanso diurno.
Siempre las había visto corriendo, en esas salidas explosivas, cuando casi tropiezas con ellas en el bosque. Esta era la primera vez que tenía la suerte de ver una así, tranquila, en el lugar donde había pasado el día mimetizándose con las hierbas secas de una pradera próxima a un entorno muy humanizado, esperando la llegada del crepúsculo para dar comienzo a su actividad nocturna.
Casi me hubiera conformado sólo con verla, además por lo improbable que era encontrar allí algo así, iba sin el equipo fotográfico, pero no podía dejar pasar la oportunidad sin intentarlo y apostando a que si había permanecido allí todo el día segura de su camuflaje y ajena al movimiento en las proximidades, me daría el tiempo necesario para ir a casa a por los bártulos.
Y así fue como pude conseguir mi primera foto de liebre. En días posteriores conseguí alguna más. No sabía entonces que aquella pequeña isla verde, pronto iba a quedar sumergida bajo un mar de asfalto y hormigón.
Liebre Europea (Lepus europaeus) (F:7,1,V:1/125,ISO:200) |
Y seguía allí, suerte doble, encontrarla primero y luego reencontrarla!! Qué grande
ResponderEliminarY muy importante: allí se quedó cuando terminé con mis fotos.
EliminarMe marché deseándole una larga vida.
Gracias Fernando por tu visita y tu comentario.