Desde muy pequeño he pasado horas y horas escrutando las alturas en busca de las siluetas de las aves rapaces que tanto me han fascinado siempre. Por eso, aunque no los haya podido captar, he llegado a ver cielos con formaciones nubosas, luces y colores casi increíbles.
Aquella tarde de primavera, la humedad por las abundantes lluvias, unida a la calidez del aire del sur, acabó formando a lo lejos una gran tormenta.
En el tiempo en que a aquellas masas de cúmulos llenaron el cielo con su intrincada e imponente "arquitectura" natural, antes de disiparse, produjeron un verdadero paisaje, tan dramático, como efímero, que fue cambiando a cada segundo y que durante unos minutos por sí sólo, nada tuvo que envidiar a los más grandiosos paisajes terrestres.
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Nubes de tormenta (F:8,V:1/1250,ISO:100) |
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