Siempre me resulta difícil elegir una especie favorita sobre todo cuando se trata de flores.
Por su forma , color, olor, rareza, cada una tiene características que la hace interesante. Además, a eso hay que añadir algo que casi siempre se pasa por alto y más desde el punto de vista científico, que tiende a uniformizar. Y es la individualidad, que al igual que a cada ser humano, da a cada planta, ave, mamífero, insecto, rasgos que lo diferencian aunque sea sutilmente incluso de los de su misma especie haciéndolo único e irrepetible.
Esta orquídea silvestre(Cephalanthera rubra) siempre me ha parecido una de las más bonitas de la flora europea.
Como cualquier otra planta, en su individualidad, cada ejemplar presenta una disposición única de sus hojas y flores a lo largo de ese largo y estilizado tallo.
Fotografiando esta en concreto, que crecía allí solitaria en lo profundo de un bosque que parecía de cuento. Y observando de cerca esa armoniosa distribución ascendente de sus elementos y la ligera sinuosidad del tallo en su parte terminal. Por absurdo que parezca tratándose de un vegetal, me parecía percibir en ella una extraña forma de expresividad. (Clik en la imagen para verla más grande).
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| Cephalanthera rubra (F:6.3,V:1/125s,ISO:200) |
Parece una bailarina!
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