Aparentemente, esa sería la gran carencia de la fotografía, que es capaz de hacer la magia de capturar y congelar un instante del mundo creado por la luz, pero incapaz de hacer lo mismo con el sonido. Y precisamente por eso, porque este para existir necesita vibración, movimiento en el tiempo, que desborda lo limitado de un instante.
Aún así y, sabiendo que esto no es transferible y que para experimentarlo tendrías que haber estado allí. Cada vez que miro esta imagen, puedo recordar aquel sonido, como si estuviera produciéndose ahora mismo.
Casi anocheciendo, lejos de cualquier ruido = (sonido de origen humano), rasgando aquel silencio y quietud absolutos. Con la niebla y la oscuridad a punto de ocultarlo todo. La poderosa voz de este ciervo, que parecía un náufrago en un mar de helechos, era como debió ser el OM primigenio creando todo cuanto existe. (Clik en la imagen para verla más grande).
Ciervo ibérico berreando (F:7.1,V:1/30s,ISO:200) |
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