martes, 7 de enero de 2020

EL SUPERESPECIALISTA DE LA MADERA

                                      No hay nada en la naturaleza que no me parezca asombroso. Y cuanto más sé sobre ella, el asombro en lugar de decrecer, aumenta; da igual el organismo del que se trate.
                 Esto me sucede incluso con las especies generalistas, cuyas adaptaciones son por decirlo de alguna manera, de grado medio. Cuya falta de especialización les permite un mayor margen de adaptación a los cambios.
                Pero cuando se trata de superespecialistas, que son esos seres cuyas habilidades y anatomía han sido modelados por la naturaleza durante millones de años para aprovechar un recurso muy concreto, con la casi total exclusión de cualquier otro. Entonces el asombro ante sus increíbles adaptaciones, alcanza el mayor grado posible.
                Recuerdo de pequeño, haber tenido en la mano un pico picapinos y, cómo mientras lo examinaba  minuciosamente, por comparación con otras aves que había tenido en la mano, todo en él me parecía prodigioso.
               Su pico como un cincel de aspecto metálico, con el que es capaz de perforar los árboles más duros.
               Las plumas de su cola, sobre las que siempre se apoya. De una extraña mezcla de dureza y flexibilidad que al tacto parecen hechas de algún material inorgánico.
               Los dedos, extrañamente dispuestos, dos hacia adelante y dos hacia atrás. Con uñas muy fuertes y curvas.
               Su larguísima lengua retráctil, con la punta cónica y rígida en forma de arpón, con el que clava y extrae las larvas del interior de la madera. Y que cuando la recoge se enrolla alrededor de su cráneo de huesos esponjosos ayudando a amortiguar los golpes cuando percute sobre la madera, protegiendo el cerebro de daños que matarían a cualquier otro ave de su tamaño...!!! . (Clik en la imagen para verla más grande)

Pico picapinos (Dendrocopos major)
Pico picapinos (Dendrocopos mayor) (F:7.1,V:1/160s,ISO:320)

2 comentarios:

  1. Tengo tan visto al picapinos que, veo esta imagen y me vuelven las ganas de verlo de nuevo. Es esa extraña obsesión de ver aves todas las veces oportunas para, ver en alguna ocasión afortunada, alguna sorpresa en su comportamiento. Así ocurrió con este pícido al intentar arrebatarle una almendra una urraca que se posó en lo alto de un poste telefónico donde tenía el taller. La urraca desistió por la dificultad y el picapinos acabó la almendra. Un carbonero que observó pacientemente la escena, consumió los restos del fruto sujetos a la cáscara.
    No recuerdo que autor comentó que, lo importante no es ver un gran número de especies, lo mejor es observar sus múltiples conductas.
    Una foto preciosa.
    Saludos, Fermín.

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    1. Esas historias cargadas de contenido etológico tienen un gran valor para mi también. Estoy de acuerdo con ese autor. Muchas veces son especies "comunes" las que te sorprenden revelándote alguno de sus comportamientos mas secretos. Y ese día vuelves a casa con un tesoro intangible.
      Muchas gracias Javier. Saludos.

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