HECHA DE LUZ

                        No hay forma de vida en la superficie de este planeta cuya existencia no sea consecuencia de  procesos más o menos complejos en los que el factor principal es la luz.
          Incluso a nivel molecular, las partículas que nos componen, en algún momento formaron parte de un cuerpo celeste. Así que de alguna manera nosotros mismos y  todo cuanto existe está hecho de luz.
          Aquel día de verano, a última hora de la tarde, la silueta de esta hierba seca se recortaba perfectamente contra la oscuridad de una ladera en sombra. Con el sol tan bajo, casi en la horizontal, el contraluz era tan fuerte que ni siquiera pude ver esas luces parásitas en la parte superior de la imagen, que se producen cuando la luz entra en el objetivo con un ángulo pequeño respecto al eje del mismo, dando lugar a esos halos casi siempre indeseables.
         Cuando puede verlos en la pantalla del ordenador, me pareció que el efecto que producían no era indeseable sino todo lo contrario, era coherente con la imagen, porque parecían enormes fotones precipitándose desde una lejana estrella, para materializarse en este planeta como algo levemente tangible.

Hierba seca a contraluz (F: 2,8, V: 1/600, ISO: 100)

EL ESCARABAJO AZUL

                               El  Rosalia alpina es un cerambícido de grandes antenas, igual que los demás miembros de esa familia. Para este escarabajo, son de vital importancia los viejos troncos de madera en descomposición, ya que en ellos deposita sus huevos y sirven de alimento a  larvas hasta completar su ciclo de crecimiento.
        Con mucha suerte, se le  puede ver en los viejos bosques de hayas, donde cada vez con más dificultad  pueden encontrar árboles adecuados a sus necesidades.
        La escasez de este tipo de bosque es seguramente un condicionante que hace que este insecto sea cada vez menos común. En todos los años que llevo pateando monte, no habré encontrado más de 3 o 4 de estos magníficos escarabajos azules.
         Este se encontraba tomando el sol al final de una calurosa tarde de verano, sobre el tronco aún erguido de una gran haya muerta . Sólo hubo tiempo para un par de fotos antes de que desplegara sus élitros y saliera volando para perderse en lo profundo bosque.

Rosalía alpina  (F:16, V: 1/100, ISO: 100)

YA ESTÁN AQUÍ !!!!!

                              Esa mañana, la niebla era tan densa que hacía que lugares del bosque  que me son muy familiares, me resultaran extraños, como desconocidos.
            Cuando por fin el sol empezó a abrirse paso, en aquel silencio y quietud absoluta, por un momento parecía que allí entre los grandes árboles, estuviera aterrizando una nave alienígena, o la mismísima Enterprise...!!.

Hayedo y niebla  (F. 16, V: 1/125, ISO: 100)

EL BUZO DE PIES "METÁLICOS"

                               Siempre resultan muy interesantes las especies animales super especialistas. Esos  son aquellos que en millones de años de evolución se han ido limitando a utilizar un determinado tipo de hábitat y  un  alimento concreto, excluyendo casi por completo cualquier otro.
             Eso les ha ido llevando a adquirir una serie de adaptaciones físicas que les permiten la máxima eficiencia en el aprovechamiento del recurso en el que están especializados, donde no tienen competencia. Pero al mismo tiempo, esto mismo les  impiden competir con animales más generalistas con anatomías menos adaptadas y que por lo tanto tienen un más amplio espectro de hábitat y alimentación.
            Son por ello las superespecialistas, las especies más vulnerables, porque cualquier alteración que haga variar las condiciones de su entorno y que por lo tanto pueda afectar a su única fuente de alimento, rápidamente diezma sus ya escasas poblaciones, poniéndolos en peligro de extinción.
            El mirlo acuático (Cinclus cinclus) limita su existencia a los cursos de aguas limpias y transparentes, cada vez más escasas. Se alimenta de insectos, larvas y otros pequeños animales acuáticos que captura buceando bajo las turbulentas corrientes.
           Sus uñas,  dedos y tarsos, son  grandes,  muy robustos para el tamaño del ave y están cubiertos por grandes y resistentes escamas de color gris. Siempre me ha parecido que le dan una apariencia  metálica.
          Estas poderosas patas les permiten mantenerse sumergidos agarrados a las piedras, sin ser arrastrados por la corriente mientras buscan su alimento entre los guijarros del fondo de los arroyos aún sin contaminar, que son su único hábitat posible.
     

Mirlo acuático (Cinclus cinclus)

DIENTE DE PERRO

                      Si en la entrada anterior decía que no encontraba ninguna razón para el  nombre común del caballito del diablo, en principio parece que lo mismo podría decirse de esta planta Diente de perro (Erythoronium Dens-canis), en la que nada en su aspecto externo parece justificar ese nombre. Pero es a su parte subterránea a la que hace referencia, pues los bulbos de sus raíces son muy semejantes en forma y color a los dientes de un cánido. (No es necesario arrancar una de ellas para comprobarlo, hay fotos en internte).

Erythonium dens-canis  (F: 5, V: 1/160, ISO: 100)

¿CABALLITO?.... ¿DEL DIABLO?....

                         Si, yo tampoco veo justificación al nombre común de estos animales y por más que he buscado no he encontrado nada claro al respecto a parte de alguna referencia a unos seres llamados así en la mitología Cántabra.  
        Pertenecientes al orden Odonata, al igual que las libélulas, también como ellas, los caballitos del diablo se alimentan de otros insectos que cazan en rapidísimos vuelos.
        El tamaño de las presas de estos estilizados y aparentemente frágiles insectos, es tan diminuto que nos resultan casi invisibles. Sólo cuando han sido capturados por ellos los podemos ver entre sus mandíbulas y rara vez superan el milímetro de longitud.
        El de la imagen, permanecía en este junco que le servía de atalaya, desde donde lanzaba sus ataques de caza.

Caballito del diablo  (F:2,8, V:1/200, ISO:100)

TESOROS DEL BOSQUE

                        Bien avanzado el otoño, cuando el frío y la humedad comienzan a adueñarse de cada rincón, se dan las condiciones óptimas para que los hongos xilófagos reactiven su lenta pero inexorable labor de descomposición de los viejos troncos caídos, ayudando a que el ciclo continúe, devolviendo los nutrientes que componían la madera al suelo del bosque.
        Ponen  así de nuevo a disposición de las raíces de los árboles en crecimiento, recursos vitales para su desarrollo. Convirtiéndose estos organismos, muchas veces no suficientemente valorados, en piezas clave en  el equilibrio y la salud de los  ecosistemas forestales.  (Clik en la imagen para verla más grande).

Hongos xilófagos  ( F: 14, V: 1´6 s, ISO: 200)