lunes, 10 de noviembre de 2014

EXISTENCIA PRECARIA

                           Cuando hace ahora poco más de un año me decidí a publicar este blog, lo hice con el compromiso conmigo mismo de que más allá del simple exhibicionismo en que consiste esto de mostrar lo que uno es capaz de captar con la cámara, o la satisfacción de compartir la BELLEZA insuperable de lo natural, este espacio tenía que ser mi pequeña aportación para intentar sensibilizar sobre el respeto que debemos a la naturaleza y lo difíciles y frágiles que son las vidas de los seres que la habitan.
          No sé otra manera de hacerlo que esta, compartiendo sus imágenes, mi admiración por ellos y mi convencimiento absoluto, no de que debemos considerarlos nuestros protegidos, sino nuestros IGUALES, ya que este planeta que les hemos usurpado les pertenece, porque todos ellos estaban  aquí  miles de años antes de que ni siquiera existiéramos como especie.
         Quien siga este blog, ya se habrá dado cuenta de que sus imágenes no suelen intentar aportar ningún punto de vista creativo y personal, más bien se limitan a intentar trasladar la belleza natural a quien las vea, tal cual, con la intención de hacerle "adepto" a ella.
          Pero hoy, para ilustrar lo que decía antes sobre lo duras que son sus vidas, incluso las de  los aparentemente menos vulnerables, subo dos imágenes de "la cara oculta"  que quizá te parezcan desagradables. A mi me parecen tristes. Y tenía que ponerlas porque muestran quizá la parte menos conocida pero muy real, de la vida de un grupo de especies que desde siempre han sido tan admiradas como maltratadas.
         Si hay unos animales de los que por desconocimiento se podría pensar que llevan vidas fáciles y cómodas, sería el de los carnívoros y entre ellos, las rapaces .
         La imagen que se tiene de ellas, es la de poderosos predadores cuyas adaptaciones anatómicas además de conferirles un aspecto de soberbia belleza, les convierte en cazadores infalibles y en el azote tiránico de los animales que son sus presas, pudiendo diezmar sus poblaciones, hasta hacerlas desaparecer. Nada hay más alejado de la realidad.

Ratonero común (Buteo buteo)
Ratonero común (Buteo buteo) (F:7,1, V: 1/80, ISO: 100)

         Es muy fácil de entender: la hierba se alimenta de moléculas de nutrientes. Por cada brizna de hierba, debe haber millones de esas moléculas contenidas en el suelo. Los conejos se alimentan de hierba. Sólo puede existir un conejo por millones de briznas. Las águilas se alimentan de conejos, para que una sola pueda sobrevivir, debe haber miles de ellos.
           Las rapaces son aves muy escasas y nunca podrían dejar de serlo, por eso precisamente, porque ocupan la cúspide de la pirámide. Cuanto más arriba se está en ella, para menos individuos hay sitio y por tanto la existencia es más precaria.
          Mientras la fuente de alimentación de un herbívoro es abundante e inmóvil, la de un carnívoro suele ser escasa, dispersa y huidiza. Baste con decir que con suerte, sólo una de cada cuatro crías que nacen cada año, sobrevivirá para ver la siguiente primavera.
          En condiciones normales, una de estas aves puede soportar períodos de ayuno relativamente prolongados hasta conseguir cazar (4-7 días).
          Al final de ese período, el hambre es tan acuciante, que la llevará en algunos casos a adentrarse en territorio humano ignorando el peligro, para intentar desesperadamente dar caza a ratas, palomas o estorninos que proliferan en la protección de entornos urbanos. A partir de ahí, si no tiene éxito, entrará en una espiral de deterioro físico cuya rapidez dependerá de la temperatura ambiente y del tamaño del ave, que enseguida la llevará a un debilitamiento progresivo al empezar a consumir las proteínas de sus propios músculos, quedando así incapacitada ya para el vuelo.
          Justo antes de eso, sintiéndose vulnerable, con la última energía que le queda, buscará el lugar más apartado y escondido del bosque, donde pasará sus últimos días inmóvil, hasta que muera discreta e inadvertidamente.
          A lo largo de décadas dedicadas a la observación de estos animales, he ido encontrando varios de ellos de diferentes especies, sobre todo individuos jóvenes o muy viejos, en circunstancias y escenarios similares y como se hacía evidente examinando sus escuálidos cuerpos, muertos por inanición.

Restos de ratonero muerto
Ratonero muerto (F:3,5, V: 1/30, ISO:200)
           Un mes de  Noviembre, después de una semana de continuas lluvias y temperaturas muy bajas, encontré en lo más profundo del bosque, bajo el gran árbol que hasta entonces le había servido de dormidero, el cadáver de  este Ratonero común (Buteo buteo), con el plumaje aún empapado de agua. Ni su poderoso pico, ni sus aguzadas garras le habían servido para vencer al hambre y la hipotermia.
          Esto demuestra hasta qué punto y pese a la imagen que se pueda tener de ellos, las vidas de estos animales como la de cualquier otro, no dejan de ser una difícil lucha diaria por la supervivencia.

Cabeza de ratonero muerto
Cabeza de ratonero muerto (F: 4,5, V: 1/60, ISO: 320)
         Sus demacrados restos que eran poco más que pluma y huesos, ni siquiera sirvieron de mucho para ayudar a otro a sobrevivir. Algún pequeño mamífero había estado intentando alimentarse del cadáver que aparecía desmembrado y esparcido, (tuve que reunir los trozos para hacer la segunda foto).
            Las tres imágenes son de la misma especie Ratonero común (Buteo buteo). Para intentar que empatices con él, decirte que es esa rapaz que habrás visto alguna vez cuando viajáis por carretera, posada en los postes.
          El de la primera imagen no es el mismo individuo que el de las dos siguientes, pero podría serlo. Bastarían unos días seguidos de climatología adversa, para desencadenar esa sucesión de acontecimientos, que convierten un animal de belleza imponente, en algo tan triste como lo que habéis visto. (Clik en las imágenes para verlas a mayor tamaño).

                       
                                                                                                                                                   

2 comentarios:

  1. Las dos caras de la moneda; por un lado la increíble belleza de un ave rapaz viva ( muy bien captada por cierto, enhorabuena) y por el otro lado la desagradable estampa de un ave muerta, que ya no volverá a alegrarnos la vista con su majestuoso vuelo. Un saludo

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  2. Esta reflexión me hace pensar algo, Fermín. Y es que todos los seres vivos deberíamos tener ese instinto de la supervivencia, igual que la tienen los animales. Es decir, que nada externo, llámese vacunas, medicamentos, mantas para el frío o pijamas, aire acondicionado o tratamientos químicos (que encima su producción contamina) hiciesen posible que el más fuerte sea el que sobreviva. porque es así como viven los animales, pero no los seres humanos, que hemos superpoblado el planeta desde que inventamos el fuego y comenzaron de ahí en adelante los "avances" por llamarlo de alguna manera, que fueron haciendo más fácil y cómoda la vida para los humanos. Deberíamos ser como ellos, no contar con factores externos que alarguen nuestra vida y nos curen de enfermedades, que solo sobrevivieran los más fuertes a las inclemencias y el deseo de la madre naturaleza.

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