viernes, 15 de noviembre de 2019

CONSCIENCIA DE LO EFÍMERO

                                 Por paradójico que parezca, esto de la fotografía y, más aún la de naturaleza, dependiendo de como te lo tomes, no me parece una actividad muy recomendable.
                  Y no sólo por lo que conlleva de interferencia con la experiencia real, a la que fácilmente puede llegar a suplantar a cambio de llevarte a casa algo tan irreal, como és un puñado de píxeles. Sino también, por lo que tiene de acicate para el deseo de; captar, conseguir, poseer en definitiva, algo tan inaprensible como lo és un un instante detenido en el tiempo.
                  Pero si hay algo de positivo en el ingenuo espejismo de creer que se puede extraer un momento del devenir y, conservarlo inalterado indefinidamente, tal vez sea, que esa relación directa y cotidiana con fragmentos tan breves de la realidad, cuya existencia pocas veces supera las centésimas o milésimas de segundo, quizá te ayuda a ser más consciente de lo efímero e irrepetible de todo cuanto existe.

                   Más de una vez  aquí, me he referido a los regalos que a diario, la naturaleza te hace cuando le dedicas el tiempo y la pasión que ella merece.
                   Ese día, seguro que hubo otros más sutiles, pero este quizá fué el más evidente. Y tuve que esperar hasta el último momento para recibirlo.

                   A última hora de la tarde, mientras el sol ya muy bajo se ocultaba detrás del horizonte, encontré esta pequeña rana de San Antonio.
                   Hacía seis años que había encontrado la última de esta especie, porque cada vez son más escasas y raras de ver. Y nunca antes había podido fotografiarla en unas condiciones tan favorecedoras.
                   Tener uno de estos seres así, bajo esa cualidad tenue y dorada que tiene la luz justo antes de extinguirse, con ese fondo de flores de brezo y esa distribución de los elementos en el encuadre, era algo que como cualquier otro instante que vivimos, no se repetirá, no ya en esta vida, tampoco en las mil siguientes.
                  Con sólo la mitad de la esfera solar aún visible, sabía que no contaba con mucho más de 20 segundos antes de que el sol desapareciera por completo. Y seguramente tuve presente entonces, que alguna otra vez, en circunstancias parecidas había perdido una buena foto, por pensarlo demasiado. Así que esta vez ni pensé. Como un autómata monté el tinglado a toda velocidad. Tres fotos. Y ya todo fue engullido por la sombra. (Clik en la imagen para verla más grande).

Rana de San Antonio (Hyla arborea)
Rana de San Antonio (Hyla arborea) (F:9,V:1/80s,ISO:200)

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